domingo, 7 de febrero de 2010

gipsy jazz

He aquí me encuentro escuchando gipsy jazz, tomando una coca y con la garganta a la miseria, saturado de ver como los chicos se muerden la cabeza por un poco de aceptación facial, no excluyente de los mayores.
Cuando el cansancio no se presenta de las maneras habituales, lo recomendable seria acudir a un profesional, pero la verdad es que cuando uno lo manifiesta de otras formas que de lo habitual, la carne y el espíritu, se siente insatisfecho pero con ansias de entender el por que de las cosas, y ¡por que uno no puede dormir satisfactoriamente como los demás! Me he acostado, me he parado, he leído, he escuchado, he mirado, he, he he he tantas he! Que la verdad uno intenta entenderlo, pero todas las veces sucede lo mismo. Que piensa en comer, piensa en mañana, piensa en la Internet, piensa en pensar, no se! ... piensa!
Bueno, ya estando un poco calmado y cansado de estar cansado de no poder dormir por no estar cansado, me di cuenta que la forma de combatir al sueño, es caminar, sii! Caminar!
Camine de mi casa a lo de Ezequiel, de lo de Ezequiel a lo Soledad ahí a lo de Andrés, de lo de Andrés a lo de la abuela gorda que solo quería un amigo (no se si me entienden) de lo de la abuela tierna, a tomar algo en la casa de Manuela, que vivía por la calle palma! Si palma! Y la abuela vivía por Almirante Ansioso. La están siguiendo?
Cuando casi la noche se estaba poniendo firme y estable comienza lo lamentable, la leve sensación pulsante de irritación al plástico luminoso hizo que mi momento de gloria se transforme en una lamentable situación de vergüenza y escracho hacia todo lo que pasaba por esta cabeza. Al terminar todo, y con ayuda del ser externo, el que termino con un no, pude ponerle una nota, un punto, una calificación, y lo que conseguí fue un reprochable “y esta bien, ¿que le vamos a hacer?”

En fin, la única manera de entender todo esto es poder pensar un poco mas en los sentimientos dentro de la mente de un hombre, y las horas de sueño que viene acarreando de una noche densa, donde los fantasmas cada tanto (y por señales) acechan a la noche calida de ser nuevo en esto.

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